domingo, 29 de mayo de 2011

Dos personas que se quieren no tienen por qué estar juntas. Alguien que dijo esa frase una vez, tenía toda la razón del mundo. Acaso no existen otras cosas que valorar ademas del mero hecho del querer? Acaso no somos seres racionales que valoran y meditan las cosas y no dejamos que un mero y caprichoso impulso como el amor domine nuestras vidas y dirija nuestro camino? Claro que lo somos. El problema radica en cuantificar el amor, si es que es posible. Me encantaría que existiera una báscula en la que se pudiera pesar y medir el amor, y de ésta manera decidir cuándo es adecuado sacrificar tu vida por él.
Porque lo peor de todo, es cuando es grande, inmenso, cuando pesa toneladas , y el muy traidor sabe generar un conflicto en tí, que te remueve por dentro, te disloca la razón y y solo centrado en el corazón, se olvida de otra parte de tu ser  y sólo así, el muy traidor, consigue convencerte.

domingo, 1 de mayo de 2011

Tal vez

No te equivoques. Que me quede una hora plantada ante la pantalla no significa que no tenga nada que escribir, es tan sólo que tengo tantas cosas que decir que no se por dónde empezar.

Tal vez haya aprendido cosas nuevas, algunas que creo que me han servido y me siguen sirviendo, que me están ayudando a comprender que muchas veces lo simple es mas bonito, que no siempre hace falta que las cosas sean complejas y dificiles para que valgan la pena.

Tal vez no haga falta contarle al mundo todo lo que sientes, a veces parece que es mas sano guardar algún que otro secreto para tí, de esta manera es como si lo sintieras mas tuyo, de esta manera te aseguras de que nadie pueda arrebatártelo jamás, estás probando así que realmente te importa, y que no quieres arriesgar ni darle la oportunidad a nadie para que lo destruya o haga con él lo que le plazca.

Tal vez de esta manera estamos creando una complicidad insustituible, irremplazable, en la que nadie puede intervenir aunque quisiese, puesto que nadie más que tu y yo son conocedores de su existencia. Así, nos hacemos completa y exclusivamente responsables de nuestros propios actos y decisiones, sin involucrar a nadie, sin tener a nadie a quien echarle la culpa salvo nosotros mismos si algo sale mal.

Tal vez sólo así se crean las miradas más complices, aquellas capaces de adentrarse en tu mente y saber lo que estas pensando, aquellas con tal intensidad capaces de quitar hasta el último suspiro yacente en tus pulmones, y tal vez sea sólo por eso, por el hecho de ser todo un secreto, solo tuyo y solo mío, solo nuestro.